La acción de programar supone, básicamente, tomar en consideración los distintos elementos que intervienen en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Estos elementos no constituyen compartimentos estancos, sino que entre ellos se establecen relaciones de interdependencia y todos ellos están al servicio de las intenciones educativas que explícitamente se hayan establecido para el período objeto de Programación. MEC. 1996

Operativamente el currículo en Asturias, al margen de su densidad, tiene una estructuración digamos, poco manejable. Si uno quiere revisar un contenido referido al cuerpo humano o la edad media, es decir lo que debe enseñar, irá a una página para encontrar varias páginas después los referentes de lo que debe aprender el alumnado. Aparece, por tanto, el proceso de enseñanza aprendizaje cortado y con las consiguientes dificultades de manejo.
Hace ya muchos años un conjunto de docentes andaluces (1) pensaban que sería necesaria una visión integradora de todos los elementos curriculares para lo cual ellos proponían la elaboración de mapas curriculares que clarificasen mejor las situaciones de aprendizaje reales que se darán en el aula, generando desde ellas una Unidad Didáctica.
Es decir, de su idea parten dos claros ejes:
Por un lado que la organización del proceso enseñanza aprendizaje tenga un sentido, un por qué. Es difícil encontrarle utilidad a una organización “en tablas” en la que van desfilando del lado oeste todos los contenidos y del este los elementos de evaluación íntegros del curso en un copia y pega sin fin. Parece hecho para cubrirnos las espaldas ante el inspector de turno sin aportar ninguna o poca utilidad didáctica. El sentido más lógico debería ser la estructura del trabajo en las unidades de programación que luego se van a llevar al aula, es decir, gestionar los ingredientes del currículo como fase previa de ese currículo elaborado que será el plato, la unidad de programación. Esta lógica aplastante es en la que se basa el artículo 25.2.a del Decreto 82/2014 regulador del currículo de Primaria para convertirlo en norma si bien, podría ser llamativo, esa norma no perdura en secundaria.
Podría considerar otras formas de agrupamiento si las características del área conllevasen otras formas de trabajo en el aula. Pensemos en el caso de una lengua extranjera cuya base de la unidad es su desarrollo de las destrezas en las que se estructuran sus bloques de contenido, de tal forma que podría estructurarse en esas destrezas la organización del currículo por ser esa la base del trabajo en el aula. No en primaria, donde la norma no ofrece lugar a la duda.
Con ello, para llevar a buen puerto este reto surge un ¿novedoso? sistema de tablas que permite, con un golpe de vista, ver un agrupamiento coherente curricular. Que la forma de organización sean tablas no ha tardado mucho en recordárnoslo con buen criterio nuestro servicio de inspección en una conocida norma publicada 48 horas después del mencionado decreto. También allí figuran los elementos mínimos imprescindibles sobre los que debe estructurarse
Pero la segunda idea extraída de los profesores andaluces es que tras el mapa vendrá la segunda fase, las situaciones de aprendizaje reales, es decir, las Unidades Didácticas pues en suma ambas cosas son lo mismo, una Unidad surge del diseño e implementación de tareas, situaciones reales, algo que a la luz del art. 25.3 que continúa lo anterior, no ofrece lugar a la duda. Se estructuran mapas, se diseñan tareas.
Pero cabe reflexionar quién es el responsable de cada una de esas dos fases, en qué documentos se aloja y por tanto su carácter, o no, de permanencia. No se puede entender un mapa sin comprender que forma parte de un documento de centro. La organización del currículo en futuras Unidades queda alojada en el documento Programación Didáctica que, formando parte del colegio, permitirá un desarrollo coherente de las enseñanzas del curso y en la progresión de la etapa. Quedará en la mano de estos docentes y de su Programación de Aula la implementación de propuestas que concreten para el grupo de referencia dichas intenciones pero, siempre desde una base educativa de referencia, pilar de calidad.
(1) PICBA (Programa de Integración de las Competencias Básicas en Andalucía) aprobado el 1 de marzo de 2011